lunes, 11 de mayo de 2009

Testimonio de amistad


Hace unos días una de mis mejores amigas me pidio que escribiera un testimonio de amistad para un trabajo que ella tenía en su universidad. Acabo de terminarlo y bueno! quiero compartirlo con ustedes:


Presentarnos al mismo colegio en el mismo año no fue una simple coincidencia, o tal vez sí, pero al fin y al cabo, una gran coincidencia del destino.

Primer año, nueva etapa para las dos y, aunque yo venía de mi anterior colegio con unas amigas más, deseaba poder hacerme amigas fácilmente (supongo que ella también), pero no entablamos ninguna relación cercana hasta tercer y cuarto año. Cada una en su respectivo grupo de amigas (siendo del mismo salón, nunca se pudo formar uno muy unido); aunque durante los dos primeros años la vi en dos grupos diferentes creo que siempre me dio curiosidad por saber un poco más de ella, tal vez conociéndola mejor tendría una idea diferente de cómo era.

Fue recién en cuarto donde fuimos formando de poco a poco un grupo, primero se unieron tres con ella, luego mi grupo se unió al suyo, y así formamos un grupo de 7 amigas, quién lo diría.

Los momentos que tuve a solas con ella al inicio fueron pequeños, y con unas pocas palabras de por medio; recuerdo que escuchábamos música, y con lo tímidas que nos poníamos las dos, nunca sabía qué canción le gustaba. Poco a poco la amistad entre nosotras se fue incrementando, había más confianza (sobre todo para las bromas, cosa que considero algo muy preciado de ella: sabe defenderse y reírse de sus propios defectos), más de que hablar; es decir, nos abríamos como amigas. Poco a poco me di cuenta que a pesar que su apariencia de creerse más que los demás era sólo eso (aunque tiene la manera de caminar de diva), porque cómo amiga, vale oro.

En quinto año todo fue tomando mejor forma, ya no sólo éramos un grupo así no más, éramos EL grupo de amigas (de las que cuentas con los dedos de las manos); en verano nos unimos a una escuela de Teatro, y aunque ella no se quedó hasta el final, creo que le sirvió mucho para los meses que siguieron. Tuvimos muchas conversaciones lindas, preguntábamos qué era lo que teníamos de malo y podíamos cambiar, y nuestras virtudes que debíamos seguir cosechando: Fabiola es una chica que al comienzo puede parecer acomedida, pero cuando habla y quiere hacerse escuchar, todos deben estar callados. Por más que sus comentarios parezcan insensibles, puede llorar a mares convirtiéndola en una niña pequeña con algún recuerdo nostálgico o algún suceso que le haga formársele un nudo en la garganta. Es esa amiga con la que puedes compartir los “chismes” más recientes sobre casi todo tipo de música (menos la cumbia, porque es una chica más “pop” “rock”), y con quien puedes comentar los hechos en tu vida que te hicieron más felices y los que te hicieron llorar. También puedo decir que es una chica muy independiente, tal vez no es la amiga cariñosa pero tampoco no es fría; a veces tiene unas risas muy contagiosas y raras, pero creo que en el grupo todas tenemos una diferente.

Nunca supe realmente que la hacía molestar, si ignorarla o molestarla mucho, o desamarrarle los zapatos, o tocarle mucho el cabello; tal vez nunca llegaré a saberlo.

Lo que me molestaba a veces de ella (aún cuando en pocas ocasiones discutimos) era tanta independencia que tenía y que no sé si era porque se sentía incapaz u otro motivo, pero habían ocasiones en que lo que decía se quedaban en palabras, o las frases “insensibles” que decía sin remordimiento y las actitudes superficiales que sentía de ella hacia otras personas. Pero aún así, es la amiga que nunca encontré y que no podría reemplazar.

En clase de Laboral, había conversaciones en los cuales ella intervenía que me asombraban: se refería a sus padres con unas palabras que no a cualquier hija le resultaría fácil decir, yo me imaginaba que tal vez no tenía una gran relación con ellos o por algún “X” motivo sentía la necesidad de ser tan sincera con nosotras ya que no les podía decir personalmente por el mismo respeto que se merecen, pero bueno, era cuestión de respetar lo que ella sentía.

¿Asuntos amorosos? Obviamente eso queda en nosotras.

A finales del año 2008 ya con todo el grupo nos íbamos preparando para las despedidas que, queramos o no, iban a llegar en algún momento. Cada una se iba por un rumbo distinto: universidades. Nos dábamos ánimos para ese ansiado ingreso: ella postulaba a la UPC (universidad de la que ahora forma parte), para la carrera de nutrición; le bromeábamos con esa carrera a propósito de su contextura, ya que es muy delgada. Fin de año y prometimos vernos lo más seguido que pudiéramos, además de hablarnos por correo y por Messenger. Y así, tal vez las diferentes universidades a las que asistimos nos cambiarían la forma de comportarnos, pero los amigos, eso no lo cambia nada ni nadie.

La considero, como dije anteriormente, la amiga que no se puede reemplazar, única en su especie (felizmente). Una persona que se hace querer sin actuar como otra, y le doy unas gracias infinitas por la amistad que me brindó y la que me sigue brindando a lo largo de los años.

Presentarnos al mismo colegio en el mismo año no fue una simple coincidencia, o tal vez sí, pero al fin y al cabo, una gran coincidencia del destino.


Tracy Alcántara Carril

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